jueves, 24 de septiembre de 2009

Dicen que Saltillo es otra cosa

(Foto: Daniel Becerril)

Anoche hice una última caminata por las calles de mi querido Centro Histórico de Saltillo. La brisa empapaba mi rostro y aunque el frío invadió mi cuerpo, nada pudo detener ese adiós con esperanzas de hasta luego.

Recorrí con pies y memoria cada piedra, cada reja, cada ventanal que parecía asomarse a despedirme -o al menos eso me gusta creer-. Mis pupilas escanearon la fachada de la Catedral de Santiago para no olvidar ninguno de sus barrocos detalles.

La empinada calle Bravo me remontó al soundtrack de mi infancia, donde sonaba una y otra vez el corrido de Agustín Jaime. Además, fue ahí, en una bella casona, donde inició mi segunda etapa como hijo putativo de Saltillo. ¿Cómo olvidar esas farras a muerte? (y esa amistad a prueba de todo, señor Castillo).

Mi despedida había iniciado un par de horas antes en la Arena Pavillón del Norte, donde el silencio de las butacas vacías me recordaba a gritos lo mucho que voy a extrañar ese lugar. Mis manos recorrieron cada centímetro del enlonado como queriendo robarse los recuerdos de todo lo que vivimos ahí, las glorias pasadas y las que nunca llegarán.

Como el reloj no detuvo la marcha me dirigí nostálgico a casa y al llegar a la esquina volví la mirada para que mis pupilas atesoraran esa imagen que no sé si volverá.

Esta mañana, desperté y la nostalgia aún dormía, así que intenté no hacer ruido para evitar despertarla. Salí a la calle y vi el amanecer mientras caminaba al trabajo. Al llegar fui directo a la prensa para sentir el olor de la tinta. Luego entré a oscuras a la Redacción, encendí las luces y eché un vistazo a ese espacio que pocos conocen así, en su intimidad, tan tranquila, inerte.

Es mi último día en este sitio donde he dejado, al menos, cinco años de mi vida.

Gracias a todos. A mis compañeros y amigos.

Gracias María por ser mi única lectora cautiva, un abrazo.

Agúr con sabor a Golondrinas...

Meritita coincidencia

Hace un par de semanas escribía sobre la metamorfósis, eso que te hace cambiar, para bien o para mal.

El momento de la transformación llegó y, aunque parezca estúpido, para mí es importante. Este día cambio de piel y hasta de nombre... también de actitud.

Agradezco a mi hijo Dazaev que me lo haya prestado por estos años y, precisamente, por respeto a él lo dejo, para que crezcan juntos y formen su propio rumbo.

Yo me quedo con un nuevo 'rostro' y el mote de Blátido, así mero, sin más rodeos.

Pues bien, para este humilde cucaracho vienen más cambios y ojala que valga el mito de que la especie aguanta todo, hasta un desastre nuclear -dicen-.

Una llamada telefónica cambió mi rumbo, me trazó un nuevo camino como diciendo: Es tu oportunidad, zoquete... o como dicen los chilangos: ¿Vas a Querétaro? porque se va a caballo.

En fin, esta transformación coincide con el inesperado regreso a la tierra que me vio nacer...

¡Agúr!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Metamorfosis

Según el Diccionario de la Real Academia Española:

metamorfosis

(Del lat. metamorphōsis, y este del gr. μεταμόρφωσις, transformación)

1. f. Transformación de algo en otra cosa

2. f. Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza

3. f. Zool. Cambio que experimentan muchos animales durante su desarrollo, y que se manifiesta no solo en la variación de forma, sino también en las funciones y en el género de vida

A -casi- todos nos llega alguna vez en la vida aquella extraña cosquilla de cambiar, hacer algo nuevo, transformarse, irse a vivir a otra ciudad, jotear, en fin... dejar atrás algo y seguir adelante o hacia los lados, eso no importa.

Ahora me toca a mí y, gracias a Dios, no me dio por jotear... porque me dicen que duele mucho. Voy a cambiar, lo sé. Un cambio de piel y hasta de nombre.

¡Agúr!