jueves, 11 de junio de 2009

Hermosillo: Lágrimas en el desierto


Me duele y mucho. En verdad me desgarra escribir sobre lo ocurrido en la guardería ABC de mi preciosa Hermosillo, pero creo que es necesario para sanar el alma. La herida es muy grande y la simple negación no ayudará para que desaparezca.

Mi corazón está hecho pedazos por todos aquellos pequeños que no conocí, que nunca abracé y que jamás conoceré sus nombres y rostros... Debo confesar que, después de 10 años de reportear asuntos policiales y de narcotráfico, me creía completamente inmune e insensible ante cualquier tragedia, pero no es así.

Nada me une a las víctimas y sus deudos, más allá de la geografía, pero eso no ha sido impedimento para que mis ojos se llenen de llanto cada vez que pienso en ellos. Veo a mis hijos y lloro, simplemente lloro.

También me conmueve conocer las historias de quienes arriesgaron sus vidas por el centenar de niños que lograron sobrevivir. No me sorprende, porque hay mucha gente buena.

Lo que no tolero es que ahora me inunden el correo con cadenas y demás mensajes que, más allá de denunciar parentescos y presuntas influencias en los gobiernos federal y estatal, politicen los hechos con miras en las próximas elecciones. Eso es no tener madre.

Dios los bendiga.

Agúr...