lunes, 26 de enero de 2009

Michelle Lagravere... la inocencia convertida en estupidez


Hola, espero que estén bien y no se hayan olvidado de mí después de casi un año sabático en el que no produje una sola letra.

Pues bien, lo que me hizo despertar de mi letargo es descubrir la estupidez de que un niño de 11 años anda por ahí rondando y presentándose como novillero por el territorio nacional.

Este pequeño engendro se llama Michelle Lagravere y tuvo la desgracia de ser hijo de un torero, del mismo nombre, de quien seguramente mamó el placer de disfrutar el dolor ajeno... creo que a eso le llaman sadismo.

La simple idea de pensar en un niño entrenado para ser cruel me resulta indignante... ¡Qué poca madre!

Primero pensé: Pobre niño, seguro que lo obligan a actuar así, pero después de observar -asqueado- algunas fotografías, descubrí que el mozalbete luce feliz masacrando animales.

En una de las imágenes que se han publicado, se observa al pequeñejo contentísimo mientras sostiene las orejas amputadas de un novillo y me pregunto si sonreiría igual si fueran de algún pariente suyo, cortesía de Daniel Arizmendi.

En verdad, no sé qué opinar sin soltar una colección de insultos e improperios en contra del 'Niño torero' y sus padres... ¿sabrán que los asesinos en serie comienzan con casos de crueldad animal? Claro que primero pasan por una amplia gama de abusos y demás, pero el respeto por la vida lo pierden aprovechándose de animales.

Sé que puede resultar muy jalado mi comentario, pero sólo tengo dos opciones: Divago o le miento la madre a un niño de 11 años.

Además, el pobre güey ya anda con su pinche trajecito apretado y la bicholita de lado como si se viera muy chingón. Que alguien le explique que en México los únicos hombres que tienen permitido usar mallitas son los luchadores.

Ya no quiero seguir, estoy encabronado. Mejor me voy a casa a cuidar y educar bien a mis hijos.

Por último, les comparto un pensamiento largamente acariciado (¿me albureé solo?): Siempre he dicho que el día que me desquicie me convertiré en asesino y mis víctimas serán, sin duda, los toreros. Exclusivamente.

¡Agúr!